Entrada destacada

SÁLVESE USTED MISMO

Un mal día, como suele haberlos en los negocios, mi jefe Don Nicolás me mandó llamar para saber los resultados del mes, que no eran nada buenos, y después de escuchar, con esa serenidad que lo caracterizaba, me dijo: “Joven Larios, sálvese Usted mismo, deme razones por las cuales Usted está en ese puesto. No me exponga el problema, no me explique sus obstáculos, deme el remedio y el trapito”.

Me quedó claro, que dependía de mi y de nadie más “que yo me salvará, de ser despedido”, que me enfocará en las soluciones. Nada de victimizarse y mucho menos, quedarse a la espera de que las cosas mejoraran. Esto me hace reflexionar, que la mayoría somos así: incapaces de salvarnos nosotros mismos de nuestros vicios, sucumbimos ante costumbres arraigadas que nos llevan a perder lo fundamental, a extraviar la brújula de la vida, a gastar tiempo en frivolidades y riñas, en no avanzar por el camino correcto. Seguimos criticando, justificando y encontrando razones por las cuales todo sale mal, sin salvarnos nosotros mismos.

Por eso debemos ofrecer “El remedio y el Trapito”, debemos pasar de los deseos a los hechos, de las intenciones a las acciones, de ser parte de las excusas a ser parte de los resultados. En suma, somos nosotros los que nos condenamos o nos salvamos de estar en la condición que vivimos. Nadie mas vendrá a sacarnos de nuestro marasmo, dejemos de imaginar que las cosas mejoraran sin nuestra participación. Deje el chiste, el meme, la burla, de aquello que tanto critica, y pase a ser alguien que se salva a si mismo, alguien que hace que las cosas ocurran, que se empeña en encontrar las soluciones y las alcanza.

En mi opinión, Usted y Yo, no deberíamos renegar, renunciar o impacientarnos porque nuestros esfuerzos no se vean coronados según nuestros deseos. Debemos seguir en el combate, con insistencia y empeño hasta sentir la satisfacción del deber cumplido. En palabras de Marco Aurelio: “No voy a divagar más. Porque ni vas a leer tus apuntes ni los hechos históricos, que reservaste para tu propia vejez. Así pues, apresúrate para el fin, deja al lado las esperanzas vanas y ayúdate a ti mismo, si es que te importas, mientras es posible”.

MI COMPROMISO CONMIGO

Una de las asignaturas de toda sociedad, y por ende de todo gobierno, es la condición económica en la que viven sus integrantes, entre otras. Nos integramos como sociedad para recibir beneficios de ello.

En este tejido adquirimos, queramos o no, un compromiso con la sociedad y de paso con nosotros mismos. Tomando en cuenta la situación de pobreza que vive parte de nuestra sociedad, por las razones que sean, nos guste o no. Estamos inmersos en una sociedad que juntos la hemos construido.

Si escucho bien, juntos la hemos construido, haciendo, dejando de hacer, permitiendo o ignorando. Poco a poco llegamos, por nuestras acciones o inacciones, a las condiciones actuales. A estas alturas la pregunta es: ¿Cuál es mi compromiso para mejorar mi entorno? Sí, hay que preguntarse, ¿cuál es mi compromiso para con mi vida, mi trabajo, mi familia? Si no se ha cuestionado, hágalo, de ello seguramente saldrá una reflexión para mejorar su entorno.

En los negocios cuando hacemos análisis de una crisis, cuando las cosas van mal económicamente, aplicamos el método socrático, nos preguntamos y buscamos las respuestas, para idear un plan de rescate o mejora. Es decir, ponemos la información de tal suerte que dé respuesta a interrogantes básicas, para luego tomar acción. ¿Qué paso?, ¿Qué lo causó?, ¿Qué debo cambiar?, ¿Qué pasará al cambiar?, y, ¿Cómo cambiarlo? Que paso, son los hechos. Que lo causo, es aquello que lo originó. Que cambiar, son las estrategias. Que pasará al cambiar, son las simulaciones. Y, como cambiarlo, es: la receta, la medicina y los medios para aplicarla. Pregúntese con honestidad, ¿Qué ha hecho para vivir como vive?, ¿Qué causa que no logre lo que anhela?, ¿Qué debe cambiar en Usted?, ¿Si lo cambia que obtendrá?, ¿Cómo lo logrará? Piénselo bien, En las respuestas revelará dos cosas: las acciones que debe emprender y el compromiso con Usted mismo, sin eso, seguirán siendo preguntas y Usted seguirá siendo el mismo.

En mi opinión, Usted y Yo, debemos comprender: para que esta sociedad mejore, se necesita el compromiso de cada integrante y tomar acción. Comprometernos con nosotros mismos, para mejorar nuestra vida, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro entorno. En palabras de Barack Obama, “El papel del ciudadano en una democracia, no acaba con el

LA HOSTILIDAD DE LAS OPINIONES

En una ocasión, mi jefe Don Nicolás, me llamó para comentar que un subordinado, había ido a quejarse con mucho resentimiento de mí.

El trabajador decía que yo era injusto, por hacerlo trabajar más, y poco amable. Vinieron preguntas a mi mente: ¿qué estaría pensando mi jefe de mí? ¿Si lo que escucho, para él sería cierto?, ¿En verdad así soy? Le pregunté, ¿Don Nicolás, Que va a hacer? Me contesto: “Joven Larios, a la gente por sus opiniones las conocerá. Siga como va”. Sentí alivio.

Esta sentencia: “a la gente por sus opiniones las conocerá”, me ha hecho reflexionar que no tenemos control de aquello que los demás opinan de nosotros. Que las opiniones que ofrecen están hinchadas de sentimientos, buenos o malos, de pasiones, odio o amor, incluso de una visión pobre de lo que realmente somos. Piénselo bien, siempre tenemos opción ante quienes nos ofenden o piensan que estamos equivocados.

La primera, es tratar de influir en sus creencias para convencerlos que se equivocan, o ellos nos convenzan de lo contrario. La segunda, aceptarlos como son, o aceptar sus opiniones tomando lo mejor de ellas. Por eso, para una sana convivencia se hace imperativo respetar las creencias de los demás, respetar sus ideas, pensamientos; sean de política, religión o sociales. Respetar nos llevará a comprender lo que siente y quiere el de enfrente. De otra manera tendremos nuestras propias guerras santas.

Por eso me gusta está frase, porque en las opiniones de los demás, hay sembrado los sentimientos de ellos, que leeremos entre líneas. Le doy unos ejemplos, ¿Cuál es la opinión de una madre sobre su hijo?, difícilmente será mala, aunque éste sea un delincuente. ¿Cuál es la opinión de aquel, a quien Usted ha hecho daño?, difícilmente será buena, aunque Usted sea un santo. La crítica ofende más cuando es verdadera o está preñada de pasiones.

En mi opinión, Usted y Yo, debemos respetar las opiniones de los demás, aún en los casos donde nos ofendan, porque habla más de quien la ofrece. Marco Aurelio escribió: “¿Me despreciará alguien? Él verá. Yo, por mi parte, veré de no ser descubierto haciendo o diciendo algo merecedor de desprecio. ¿Me odiará alguien? Él verá. Yo amable, benévolo con cualquiera, sin reproche y sin ostentación”.

LA DESIGUALDAD

Una de las asignaturas pendiente de nuestra sociedad, es disminuir la desigualdad. No me refiero a la desigualdad de género, ni al trato diferente entre personas, que es discriminación. Me refiero a aquella que empobrece a unos y enriquece a otros, que pone obstáculos para ser y tener lo necesario.

La brecha entre los que tienen mucho y los que tienen poco, siempre existirá, y no solo es causa de políticas de gobierno, también es de cada uno de nosotros, cuando ejercemos nuestra libertad de ser, de aspirar y empeñar nuestro tiempo en aquello que deseamos. Es cierto que un sistema legal injusto, la corrupción, las políticas sociales, el acceso a la educación y tecnología, hacen que unos no logren lo que necesitan, pero también es cierto, que hay aquellos quienes solo desean y hacen nada por obtenerlo, quienes quieren que los demás les resuelvan, como si fuera un derecho, quienes su ideología los lleva a pensar que “hay que quitarle al que tiene para dárselo al que no tiene”.

Esto ultimo es lo relevante: ¿Habrá que quitarle a unos para darle a otros, creando resentimientos?, ¿Es necesario proteger al débil haciéndolo más dependiente?, al grado que termina siendo una carga social que se desprecia. ¿El que menos tiene tendrá que exigir?, ¿Y si nunca estará satisfecho de lo que se le da?, teniendo al final que obligarlo e imponer condiciones fuera de la ley, decidiendo entre lo legal y lo justo para igualar a la sociedad. Seguir este camino, llevará a hacer más pobre al que tiene, y de paso, se desmotiva el entusiasmo por ser mejor. Po ello, la búsqueda de igualdad termina en tiranías. En mi opinión, Usted y Yo, debemos comprender que el camino de la igualdad no es buscar acabar con la desigualdad entre ricos y pobres. Sino buscar que los que no saben aprendan, los que no pueden sean capaces, pero los que no quieran, esos que vivan con sus resultados.

Parafraseando a Epicteto: “Serás esclavo, aunque seas cónsul, aunque vayas a palacio, igual. Y te darás cuenta de las cosas admiradas y ansiadas, cuando las posees, sigue el mismo ardor, la misma agitación, el deseo de lo no presente, porque la libertad no se consigue con la saciedad de lo deseado, sino con la supresión del deseo”, lo mismo para la deseada igualdad.

TU IMAGEN NO DICE QUIEN ERES EN VERDAD.

Mi jefe Don Nicolás, hace años me aconsejó: “Joven Larios, Vista como deba, aunque deba lo que vista”. Mi jefe ponía atención en la marca de su traje, en el modelo de su automóvil y en su calzado. Un día le pregunte cual era el motivo y su respuesta fue simple: “Porque los demás, lo único que conocen de mí, es eso”.

Así es, en esta vida moderna, conocemos a la gente únicamente por su apariencia, y nos forjamos una opinión de ellos con esa escaza información; que en la mayoría de los casos es solo eso, una apariencia. Confundiendo la imagen que nos pretenden dar, con aquello que en realidad son.

Añádale que las redes sociales abonan a crear buenas y malas imágenes, enturbiando deliberadamente esa diferencia, sin la oportunidad de conocer el interior, las creencias, los valores, de aquel o aquellos que nos muestran solo la mejor parte de ellos mismos.

Le doy un par de ejemplos,

Alguien que va al gimnasio para tener salud o bajar de peso, es una persona cuya finalidad es estar bien; pero alguien, que se ejercita para mostrar su cuerpo, para sobresalir, entonces es narcisista, su ego esta inflado.

Un político que promete solucionar problemas, para el beneficio de un pueblo, y lo cumple, es buen político; pero aquel que termina robando, corrompiendo, engañando, ése es un político enfermo de poder y codicia.

Hace siglos Epicteto en sus disertaciones apuntaba: “No eres carne y pelo, sino albedrio. Si tu albedrio es bello, entonces serás bello”.

En otras palabras, no somos la apariencia que pretendidamente damos a los demás, somos el resultado de todas y cada una de nuestras decisiones y empeños, somos la suma de cosas que hacemos día a día.

Elegimos cada día, libre albedrío, hacer cosas con cierta intención, buenas o malas, bellas o feas. Y terminamos siendo eso mismo. Así construimos lo que en verdad somos, lo cual resulta a veces muy alejado de la imagen que mostramos.

En mi opinión, Usted y Yo, debemos poner atención a la imagen que los demás pretenden vendernos, porque ella no refleja las creencias, valores, el carácter o pensamientos de ellos mismos.

busque que la imagen de Usted sea congruente, que sus decisiones beneficien siempre, así su vida será para enorgullecerse, valdrá la pena volver a vivirla.

EL EGO ENEMIGO

En algunas ocasiones me preguntan, a esta edad y con algunos títulos: ¿Por qué sigo estudiando?, sorprendidos al verme en algún curso sobre temas de mi interés.

Mi respuesta es la misma frase trillada: “Porque nunca se termina de aprender”.

Pero lo cierto es que, en realidad, se debe a mi Ego enemigo. Si escucho bien, sigo estudiando para evitar que mi ego me impida crecer, me imposibilite mirar la vida y los negocios, desde las perspectivas de otros mejores que yo.

Así es, el ego nos provee delirios de grandeza, nos convence que ya tenemos experiencia y que nadie nos puede enseñar lo que ya sabemos, que nuestros años en el oficio nos dan una posición de autoridad en la materia, haciéndonos sentir superiores, completos y con suficiente capacidad para no querer seguir aprendiendo o creciendo.

El ego es una trampa, es un enemigo en nuestro crecimiento, porque no nos permite aceptar nuestra condición de ser humano, no acepta que olvidamos lo aprendido, que con el tiempo perdemos habilidades. Que la sociedad, los negocios y la tecnología, cambian con mayor rapidez cada vez. Que lo que hoy es cierto, tal vez mañana no lo sea. Lo que hoy no existe, mañana sí existirá.

Es una barrera, que de no quitarla, seguiremos diciendo:

“Esto ya lo sé, ya lo he vivido”.

“Siempre lo he hecho así”.

“Deberían preguntarme a mí, yo sé como”.

Y muchas más.

Ya desde la antigüedad se pensaba en los problemas que el ego nos acarrea para seguir aprendiendo, para aceptar que hay personas mejores que nosotros y que lo aprendido tal vez quedó obsoleto.

Epicteto en sus disertaciones señaló: “Es imposible empezar a aprender lo que uno cree saberse”.

Creer que uno sabe solo porque tenemos más años, es un error.

Pensar que ya no hay edad para nuevos proyectos, es decadente.

Suponer que nadie nos puede enseñar aquello donde somos expertos, es ególatra.

 

En mi opinión, Usted y Yo, debemos tener humildad para comprender que mucho de lo aprendido ya no sirve. Que debemos día a día actualizarnos en aquello que creemos somos expertos, y más aún, en las nuevas tecnologías que nuestros jóvenes aprenden con mayor destreza que nosotros.

Parafraseando a Seneca: “No me enseñes lugares, …. enséñame cómo amar a la patria, a la madre, cómo navegar aún después del naufragio, …. quiero aprender cosas honrosas”.

 

SER FLEXIBLE DE PENSAMIENTO,

En una ocasión mi jefe Don Nicolás me dijo: “Joven Larios, es importante saber cuando gana, pero lo es más cuando pierde”.

Trató de decirme que cejara en mis intentos por resolver un problema, que dejara de ser necio porque era momento de ser flexible.

El pensamiento flexible permite ver las situaciones desde otra perspectiva, intenta resolver las cosas de otra manera, adaptarse sin fronteras, desde una posición global ver con mayor claridad.

En cambio, el pensamiento inflexible, es estrecho, rígido, no permite mirar de forma distinta, se aferra a sus creencias, es firmeza intolerante. Es nuestra insistencia irracional por lograr un sueño que definitivamente no será.

Todos en ciertos momentos nos ponemos inflexibles, porque tratamos de que las cosas ocurran de la manera que nos gusta, porque queremos que nuestros sueños se hagan realidad. Y eso, a veces, nos hace ser incomprensivos, ver la realidad bajo nuestros juicios, creencias o sesgos, llegando incluso a estar cegados por nuestro propio orgullo.

¿La pregunta es, cual es el momento para ser flexible o hasta cuando debo insistir en mis sueños, creencias o metas?

¿Cambiar porque estoy vencido, fastidiado o sin ideas?

No hay recetas, es un equilibrio que debemos buscar, y cada situación es diferente: abandonar cuando podemos ganar no es acertado, cambiar solo porque los demás opinan lo contrario no es convincente, cejar en nuestro intento para lograr metas solo por cansancio es mediocre.

Nada fácil tener la fortaleza para ser flexible.

Ello requiere corregir aceptando el error, someterse a nuestras limitaciones para abandonar retos insuperables.

Requiere una actitud que permita adaptarnos a las situaciones, participar en el cambio sin resignación sino abierto a las posibilidades.

No se trata de ceder por evitar conflictos o ser condescendiente y agradar, no es una debilidad cambiar de opinión. Se trata de observar, ser objetivo, evitar decir no por disgusto, no decir si por falta de interés.

En mi opinión, Usted y Yo, debemos tener flexibilidad de pensamiento, reconocer el momento de aceptar cuando ya no funciona o lograremos algo, para intentar otra cosa.

Si no lograremos nuestro sueño, entonces busquemos mejorar nuestra realidad, sino, siempre tendremos la oportunidad de hacer algo mejor.

Parafraseando a Einstein, “no se puede esperar resultados diferentes haciendo lo mismo”.

En mis palabras, no sea necio encuentre otro camino. Se trata de vivir en aquello que amamos sin renunciar a nuestra voluntad de ser.

SOÑE QUE ERA NIÑO NUEVAMENTE.

Hace pocos días, recordé con viveza mi sueño de esa madrugada. Fue un sueño hermoso, distinto, estaba lleno de colores y simbolismos.

En el sueño yo era niño.

Sí así es, soñé que era niño nuevamente. Brincaba, reía, sin tiempo, sin trabajo, solo disfrutando el transcurrir del día.

Me embargo un sentimiento de plenitud, pero después, al reconocer mis seis décadas, el sentimiento fue otro: sentir que el transcurrir de tantos años fue un pestañar.

Quiero creer que el sueño fue para que comprendiera que aún está aquí un niño que sabe disfrutar.

Sigo siendo el niño de mi sueño, con menos tiempo, pero con más cosas. Con más años, pero con menos salud. Con amigos que se van, pero con nuevos que llegan a jugar. Con más amor, pero con menos miedos. Con menos aspiraciones, pero con más recuerdos.

Sigo siendo niño, porque sigo teniendo los mismos anhelos, las mismas ganas por descubrir y de aventurarme. Sigo insistente, preguntando aquí y allá, buscando respuestas, antes sobre dinosaurios, hoy sobre mi existencia, sobre mi interminable búsqueda de felicidad.

Sigo jugando, juego el juego de la vida: juego a los encantados, trato de agradar, a las escondidas, trato que no me cachen. Juego a los quemados, trato que no me excluyan, a la pelota, insisto en lograr mis metas.

Sigo jugando el juego de la vida, al yoyo aunque ahora se enrede, a la rayuela aunque ya no vea la raya, a los listones aunque mi andar sea lerdo, Juego el juego de vivir feliz.

Sigo siendo el niño de ayer, porque aún hago berrinches, lloro de risa, hago travesuras, acumulo cosas que no tienen valor, me aburro con rapidez, y cualquier cosa menor me hace sentir dichoso, como la puesta de sol, las pláticas.

Me sigo sintiendo vulnerable y al mismo tiempo súper héroe.

Ya no leo cuentos, ahora los cuentos los vendo yo cuando no llego a tiempo a una reunión, cuando llego tarde a casa, cuando no quiero ofender, cuando no tengo razón.

Hoy no habrá opinión,

Hoy celebro a todos los niños, en especial a Usted que sigue siendo el niño de ayer y no quiere dejar de serlo, porque se siente feliz sin razón, porque aún eleva su papalote, suelta su globo con la lista de deseos, reza en momentos de fragilidad y se tumba para no pensar en mañana y olvidar el ayer.

MIS PROBLEMAS NO APARECERAN EN LA ENCICLOPEDIA.

Siempre he dicho que mis problemas, los mas difíciles que he tenido o que tendré, no son suficientemente graves o importantes, como para que aparezcan en la enciclopedia.

Por eso, parece que nuestros problemas personales solo nos afectan a nosotros mismos en la medida que le damos importancia o en la forma que los miramos.

Píeselo bien, seguramente ha tenido a lo largo de su vida problemas que le angustiaron tanto, que pensó en ese entonces, que eran muy graves, imposibles de resolver, pero tiempo después, con la distancia o desde lo alto, los sintió resueltos o menos graves.

Esa es clave, muchos de nuestros problemas que nos agobian hoy, debemos mirarlos para resolverlos, de esas tres formas:

La primera: poner distancia, es decir, buscar nuevos horizontes. Como dice el dicho: “poner tierra de por medio”. La lejanía física ayuda a no volverse a involucrar con el problema. Alejarnos nos permite que no nos afecte directamente.

Segunda: Dejar transcurrir el tiempo, es decir, necesitamos quitarle las pasiones: la tristeza, la ira, la venganza, para solo dejar frente a nosotros “los verdaderos hechos” y actuar en consecuencia. Con el tiempo, los conflictos se ven mejor con el corazón. Pensarlos sin pasiones negativas.

Tercera: desde lo alto, es decir, desde una mejor situación, sin bullicio, sin presiones, desde una perspectiva con armonía y contrastes.

A esta forma, se le conoce como: la perspectiva de Platón, debido a que el filósofo decía que, si pudiéramos volar, como Ícaro, o desde una montaña, miraríamos las cosas de forma distinta.

De hecho, muchos astronautas relatan que desde fuera de la tierra, no hay fronteras, no se ven los gobiernos, difícil distinguir las culturas, solo se ve un hermoso planeta y se crea una conciencia global. Dejando los problemas particulares como irrelevantes, insignificantes ante lo majestuoso de nuestro mundo.

Mirar desde lo alto, nos permitirá dejar de decirnos a nosotros mismos, que nuestros problemas son insoportables e intransitables. Quitarles importancia a nuestros problemas que en verdad no la tienen.

En mi opinión, Usted y Yo, cuando los problemas nos agobien, si es necesario debemos poner distancia, dejar que el tiempo cure las heridas, y mirarlos desde lo alto.

Porque al mirar nuestros problemas con la perspectiva de Platón, entenderemos que no son tan graves o importantes como para que aparezcan en la enciclopedia.

EL PARAISO O EL INFIERNO ESTA AQUÍ AHORA.

 

En una ocasión tocó a mi puerta una señora que visitaba hogares con la intención de evangelizar, después de decir “buenos días”, sin mas tramite me pregunto: ¿sabe Usted que el paraíso está en ésta tierra?.

En ese entonces no supe que contestar, pero su punto de vista permite entender que las personas emocionalmente sanas y felices, lo vean así.

Las personas que están convencidas y tienen la persistencia de cambiar situaciones complicadas o estresantes, por situaciones llevaderas o cómodas; son personas que creen que se pueden convertir los infiernos en paraísos, aquí y ahora.

Lo revelador es que lo logran y al revés, de paraísos a infiernos, también lo logran, que son los más.

Desde siglos se tienen estereotipos de infierno y paraíso, como lugares donde se castiga o se recompensa, de ese modo: abajo, lo oscuro, el caos, lo malo, morir, la tierra, son el infierno; en cambio, arriba, la luz, la certeza, lo bueno, renacer, el cielo, son el paraíso.

Son estas valoraciones que hacemos de las cosas, las que nos llevan de una verdad subjetiva a estados emocionales, creando dentro de nosotros mismos un infierno o un paraíso en cada situación o experiencia.

Así es, podemos creer o decirnos a notros mismos que aquí y ahora es el paraíso y disfrutar lo que se tiene, sin importar lo que sucede en nuestro rededor, o podemos creer y decirnos lo contrario, sintiendo la frustración por lo que no tenemos y colocándonos en un infierno lleno de intolerancia, tristeza, ira, y demás.

La trampa es la perspectiva, la comparación en la cotidianidad.

Le doy un par de ejemplos, cuando no tengo aquello que deseo y lo llego a tener, es el paraíso, pero cuando tengo algo y lo pierdo es el infierno. Si un trabajo ha sido arduo y lo cambio por uno cómodo, entonces es como pasar del infierno al paraíso.

Pero hay de infiernos a infiernos o de paraísos a paraísos. Amen de que lo que se aplica a nosotros también es aplicable a las sociedades y a los países.

En mi opinión, Usted y Yo, debemos crear nuestros propios paraísos en toda situación, transformando situaciones de fracaso en aprendizaje, discusiones en pláticas constructivas, emociones negativas en emociones positivas.

Dejemos de vivir en los infiernos que nosotros mismos hemos construido.