En una ocasión, revisando el gasto de los anteriores directores en una empresa, mi jefe Don Rafael, en aquel momento él era el director, me dijo: “licenciado, no mire atrás, no sea que usted se convierta en sal”.
La frase es de un pasaje bíblico, pero él se refería a que, nuestros recursos limitados los debemos poner donde sean eficientes, hacia el frente, al futuro, adelante. Evitar derrocharlos en situaciones insignificantes, como el criticar o juzgar el pasado pretendiendo componerlo.
La historia nos ofrece ejemplos de personas que, habiendo transitado por un pasado difícil o miserable en sus vidas, más adelante, logran sus metas y obtienen reconocimiento de los demás.
Le doy dos ejemplos,
Nelson Mandela, estuvo 20 años en presión, en condiciones paupérrimas y denigrantes. Durante ese tiempo forjo su filosofía de vida. Salió del encierro para ser presidente de su país. Nada de lo ocurrido lo amargó o lo hizo mala persona. Dejó de lado el “odio racista” y su humildad desterró el resentimiento.
Víctor Frankl, sufrió la reclusión en los campos de concentración nazis, sobrevivió a la hambruna, al invierno y a la falta de medicinas. Muchos murieron, pero él no se dejó traumar. Al salir se convirtió en un exitoso psiquiatra.
En ambos casos, eso fue posible gracias a la confianza en ellos mismo, superando la adversidad debido a que se concentraron en su objetivo, no gastaron energías en lo pasado.
Por eso, “mirar atrás” significa: Añorar el pasado o acordarse de ofensas, que nos llenan de rencor o amargura, volviéndonos inconscientes de lo bueno que se tiene delante.
Así que, mantener una visión agradable de la vida o razones para seguir adelante, se logran olvidando la culpa o el resentimiento, y con ello, podemos concéntranos en las tareas que valen la pena para el futuro.
Todos podemos poseer confianza en uno mismo, para ello, es menester ignorar las emociones nocivas que coartan el libre albedrio y concentrarse.
En mi opinión, Usted y Yo, deberíamos evitar ofuscarnos por lo pasado, no fanatizarnos y menos entregarnos a la embriagues de “llorar lo pasado”.
Parafraseando a Epicteto: “Ya no has de seguir mostrándote igual en nada de lo que haces ahora, aparta de ti por completo el deseo de venganza, no albergues cólera, ni envidia”.
No mire atrás, porque se convierte en sal.